La ansiedad es un enemigo silencioso que se manifiesta a través de preocupaciones o temores excesivos y constantes sobre diversas situaciones de la vida.
Sin embargo, el miedo también tiene un lado positivo: es un mecanismo de alarma que te permite reaccionar ante situaciones amenazantes. El problema se desencadena cuando la persona pierde el control y se deja llevar por sus pensamientos de estar en constante peligro, afectando sus actividades diarias y sus relaciones.
En muchos casos, el miedo es desconocido hasta que se convierte en un trastorno. Los especialistas confirman que los síntomas son:
- Nerviosismo o tensión constante.
- La sensación de que algo terrible está a punto de suceder en cualquier momento.
- Aumento de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración descontrolada.
- Temblor incontrolable.
- Fatiga.
- Poca concentración.
- Problemas gastrointestinales (gastritis o colitis nerviosa).
- Insomnio.
Sufrir miedo no es solo vivir con preocupación; A medida que empeora, se producen otras consecuencias, como el abuso de sustancias (alcohol, cigarrillos, drogas), aislamiento social, mala calidad de vida, dolores de cabeza crónicos y la consecuencia, el suicidio.
Aunque no se sabe exactamente qué factores causan esta condición, la lista incluye genética, bioquímica cerebral, una respuesta de escape, condiciones de vida estresantes y comportamientos aprendidos.
Para abordar el problema, lo mejor es hablar con alguien de confianza sobre tus preocupaciones y miedos, hacer ejercicio, comer bien, realizar actividades que sirvan para distraerte y, lo más importante, acudir a un especialista para saber cómo puedes canalizar tus emociones y controlarlas. ellos para que la situación no empeore
Según la Organización Mundial de la Salud, las consecuencias de no tratar desordenes mentales en la adolescencia hace que se extiendan a la edad adulta, afectando la salud física y mental.