El 22 de agosto, se publicó un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en el que un grupo de investigadores de la Universidad del Sur de California y la Universidad de Arizona llevó a cabo un estudio enfocado en los hábitos de los adultos mayores. Los resultados revelaron que las conductas sedentarias pueden elevar el riesgo de desarrollar demencia.
En el estudio se compararon diversas actividades que requieren poca actividad física, como ver televisión, usar una computadora o leer, con aquellas que implican más movimiento. Se determinó que las primeras, al ser conductas pasivas, tienen un impacto significativo en el riesgo de demencia.
Los investigadores utilizaron información de la reconocida base de datos de salud pública UK Biobank, consultando los perfiles de más de 145,000 participantes, quienes tenían una edad promedio de 65 años al inicio del proyecto y completaron cuestionarios sobre sus hábitos sedentarios.
Después de diez años, se reevaluó la salud de los participantes y se analizaron los datos demográficos, encontrando más de 3,500 casos confirmados de demencia.
No obstante, el profesor de ciencias biológicas y coordinador del estudio, David Raichlen, afirmó que lo que realmente influye en el riesgo de padecer demencia no es el tiempo que se pasa sentado, sino el tipo de actividades sedentarias realizadas durante el tiempo libre.
El profesor también destacó que se ha demostrado que ver televisión durante períodos prolongados involucra hacer un mínimo de actividad muscular en la corteza cerebral, a diferencia de estar en una computadora o leer, que generan más beneficios debido a la estimulación intelectual que ofrecen.
Esto implica que ver televisión no contribuye a estimular las capacidades cognitivas del cerebro y que hacerlo durante largos periodos incrementa el riesgo de demencia en el futuro. Por otro lado, actividades como leer o estar frente a una computadora, aunque no se consideren físicas, sí fomentan el uso de diferentes funciones cerebrales importantes.
Adicionalmente, en relación con el ejercicio, este ayuda a mantener la salud del cerebro y la salud mental, aunque no debe ser visto como un factor determinante para prevenir la demencia.
David Raichlen enfatizó que todas las actividades que realizamos mientras estamos sentados son significativas. Esto nos brinda una perspectiva para identificar qué formas de ocio no afectan el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.