Me atrevo a afirmar que la mayoría de nosotras hemos experimentado los siguientes síntomas al hablar de nuestro crush: ansiedad esperando un mensaje de respuesta, obsesión por saber cuándo volveremos a ver a ese chico, manos sudorosas y, por supuesto, esas famosas mariposas en el estómago.
Tener un crush o sentir atracción por otra persona no se limita a nuestros días en la secundaria. La ciencia ha demostrado que esa emoción descontrolada, y a veces absurda, tiene una razón biológica y puede ser experimentada desde la infancia hasta la vejez: la química y la física son las responsables.
Un artículo publicado por Elite Daily explica lo divertido que puede ser el proceso de enamorarse, con la ayuda de la doctora en neuropsicología clínica Rhonda Freeman.
Para entender tus reacciones frente a tu crush, es importante reconocer que, lo creas o no, este fenómeno es casi como una adicción a una droga, pero dirigida hacia otra persona. Cuando alguien te gusta, tu sistema de estrés y el sistema de recompensa en tu cerebro se activan.
Estas dos áreas del cerebro están asociadas con la simulación, la acción y la reproducción de momentos en tu mente. Recordar lo que sientes cuando estás junto a quien te gusta puede producirte agitación, nerviosismo y emoción.
Los químicos que tu cerebro libera durante los encuentros con tu amor platónico incluyen norepinefrina, dopamina y opioides endógenos. Pero antes de que empieces a ver a tu crush como algo adictivo y perjudicial para tu salud, debes saber que todo lo que experimentas es completamente normal y que, te guste o no, en algún momento dejarás de sentirlo.
Todo lo que vives (los nervios, la ansiedad y la conmoción) está relacionado con la “etapa de atracción”; después de esta fase, y si todo va bien, pasa a la “fase de vínculo”.
No todos los crush son iguales; a veces la persona que te gusta no siente lo mismo, o viceversa; en otras ocasiones, ambos pueden sentir la misma atracción al principio, pero con el tiempo esa conexión puede enfriarse y solo quedar el recuerdo de esas mariposas en el estómago.
En el tercer escenario, que podría ser el mejor de todos, no solo hay atracción, dopamina y muchos emojis con ojos de corazón, sino que también se forma un lazo de cariño, fraternidad y confianza que eventualmente puede convertirse en un amor sincero. Si lo has sentido, probablemente sepas que aunque esa emoción no sea la misma que al principio, no se compara con la sensación de seguridad y tranquilidad de estar con alguien que comparte tus sentimientos.