lunes, abril 28, 2025

¡Comprobado! Escuchar a quienes solo se lamentan perjudica tu mente.

¿No te molesta cuando las personas se quejan constantemente? Hay una razón válida para ello: la exposición a individuos negativos puede afectar la función cerebral.

Según Trevor Blake, autor de Three Simple Steps: A Map to Success in Business and Life, los neurocientíficos han descubierto cómo medir la actividad cerebral ante ciertos estímulos, incluyendo largas sesiones de quejas: “El cerebro actúa como un músculo más de lo que pensamos. Si te encuentras atrapada en un rincón después de escuchar a alguien negativo durante mucho tiempo, es muy probable que comiences a comportarte de la misma forma”.

gif animación de una idea en implosión

Peor aún, estar expuesto a quejas prolongadas puede ‘entumecer’ tu mente. La investigación sugiere que solo 30 minutos de negatividad (incluso al consumir contenido así por televisión) pueden afectar las neuronas del hipocampo cerebral, que “es la parte del cerebro necesaria para resolver problemas. Y eso lo convierte casi en una papilla”.

Sin embargo, si lideras una empresa, ¿no necesitas estar al tanto de lo que pueda ir mal? Existe una gran diferencia entre prestar atención a un problema y escuchar una queja, dice Blake:

“Normalmente, las personas que se quejan no buscan una solución; solo desean que te unas a su indignación por lo que ocurre. Puedes casi escuchar cómo chocan sus cerebros cuando un grupo se reúne y empieza a decir ‘¿No es horrible?’ Esto dañará tu cerebro incluso si solo eres un oyente pasivo. Y si intentas cambiar su comportamiento, te convertirás en el blanco de sus quejas”.

Entonces, ¿cómo puedes proteger tu cerebro de la negatividad? Blake recomienda las siguientes tácticas.

1. Toma distancia

gif señora hace gesto de indiferencia

“Mi padre era un fumador empedernido”, confiesa Blake. “Intenté hacer que cambiara sus hábitos, pero no fue una tarea fácil”. Al darse cuenta de que ser fumador pasivo dañaba también sus pulmones, su única opción fue distanciarse.

Deberías ver el hábito de quejarse de la misma manera: “La postura que siempre he adoptado hacia las quejas es pensar en ello como ser un fumador pasivo”. Tu cerebro te lo agradecerá si te alejas de los quejumbrosos.

2. Pide a quien se queja que solucione el problema

gif mujeres sorprendidas

A veces, alejarse no es una opción. Si no puedes escapar fácilmente, una segunda estrategia es pedir a quien se queja que solucione el inconveniente. “Intenta que la persona que se queja asuma la responsabilidad de encontrar una solución”, recomienda Blake. “Yo respondería a una queja con: ‘¿Qué harás al respecto?’ Muchos quejosos se alejan molestos porque no obtuvieron lo que querían, pero algunos quizás tratarán de resolver el problema.

3. ¡Escudos arriba!

playa privada

Cuando estás atrapado escuchando a un quejumbroso, puedes emplear técnicas mentales para bloquearlo y proteger tus neuronas. Blake prefiere una estrategia utilizada por el fallecido golfista español Seve Ballesteros en un partido contra Jack Nicklaus, en el que el público deseaba que Ballesteros perdiera. “Tuvo problemas para manejar la hostilidad del público, así que se imaginó una campana de vidrio, invisible para los demás, descendiendo del cielo para protegerlo”.

Los lanzadores de béisbol a veces se les puede ver diciendo: “¡Escudos arriba!” mientras se dirigen al montículo. Esta defensa imaginaria es como una capa de invisibilidad de Harry Potter. Una estrategia relacionada es retirarte mentalmente a tu lugar favorito, aquel al que irías si tuvieras una varita mágica. “Para mí, eso era una hermosa playa con arena blanca que se extendía en forma de herradura en una isla privada. Me llevaría a mi refugio privado mientras la gente se quejaba. Podría sonreírles mientras caminaba por mi playa privada”.

gif persona caminando en la playa

Blake primero vio la imagen de la isla en una revista, y esa imagen se quedó grabada en él. Eventualmente, tuvo la oportunidad de vivirlo en la realidad. “Resultó que la isla estaba en alquiler, y era la misma que había visto. Así que la alquilé por una semana. Y pude darme ese paseo.”

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