Hay personas tan generosas que, sin esperar nada a cambio, se dedican a ayudar a los demás, independientemente de si los conocen o no. Lo hacen por pura satisfacción y con todo el amor que llevan en su corazón.
No obstante, no siempre todas las personas reciben la misma bondad que brindan. Un ejemplo de ello es el caso de una mujer que estaba a punto de ser desalojada tras 20 años de alquiler en una casa de un vecindario donde ella ayudaba en un comedor benéfico, ofreciendo comida a personas sin hogar. Al enterarse de su situación, sus vecinos se unieron y compraron la casa en la que vivía para evitar que se quedara en la calle.
La protagonista de esta conmovedora historia es Linda Taylor, una mujer de 70 años originaria de Minneapolis, Minnesota, en Estados Unidos. Después de 20 años en una casa de alquiler, el dueño le informó que debía desalojarla porque planeaba venderla.
Al enterarse de la noticia, los vecinos no pudieron permanecer inactivos, ya que todos la conocen como “la señora de la sopa”, la persona que cuida y alimenta a las personas sin hogar en el comedor benéfico del vecindario. Resultaba inconcebible que alguien que había ayudado a tantas personas con necesidades se quedara sin casa.
Así fue como los vecinos de Linda decidieron no quedarse de brazos cruzados y actuar. Reunieron alrededor de 430 firmas para expresar su deseo de que la señora Taylor pudiera quedarse en la casa. Pero eso no fue todo; también crearon una página web para recaudar fondos con el objetivo de comprarle la casa.
Gracias a la buena voluntad de los vecinos, el propietario de la vivienda les otorgó cinco meses adicionales para reunir el dinero. Con lo recaudado en la página de internet, además de las pequeñas contribuciones de la comunidad, lograron juntar 250 mil dólares, la cantidad necesaria para adquirir la casa y ponerla a nombre de la querida “señora de la sopa”.
Para hacerle entrega de la propiedad, los vecinos organizaron una fiesta donde celebraron que, después de 20 años de alquiler, la casa era finalmente completamente suya. Tras años de desinteresado servicio, cuidando y alimentando a quienes no tenían nada, Linda recibió una hermosa recompensa.
Este tipo de gestos debería suceder con más frecuencia. Es fundamental acercarnos, comunicarnos y apoyarnos mutuamente en momentos de necesidad.
– Linda Taylor