A un año de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y pocas horas después de que el presidente Vladímir Putin anunciara la suspensión del último tratado de armas nucleares firmado con Estados Unidos, el presidente estadounidense Joe Biden ofreció un discurso desde Varsovia, la capital de Polonia. En su intervención, reafirmó la “unidad” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y prometió incrementar la asistencia militar a Ucrania.
Las declaraciones de ambos líderes han generado tensión en el ámbito político, ya que los expertos advierten que esto podría ser el inicio de una nueva guerra basada en armamento nuclear.
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El discurso de Biden se produjo un día después de su visita a Kiev, un viaje que ha sido calificado como histórico y sorpresivo.
“Ucrania nunca será una victoria para Rusia. Hace un año, el mundo se preparaba para la caída de Kiev. Bien, acabo de regresar de Kiev y puedo informar que se mantiene fuerte. La democracia fue demasiado robusta para Putin. La democracia global ha fortalecido, mientras que los autócratas se han vuelto más débiles”, afirmó Biden.
Además, el presidente reiteró el compromiso de la OTAN de asegurar que las “ambiciones territoriales y de poder de Putin fracasen”. Enfatizó que Occidente nunca ha conspirado para atacar a Rusia y que “la guerra nunca fue una necesidad, sino una tragedia”.
Por su parte, Vladímir Putin declaró la suspensión del tratado START, que regula la reducción y control de armas nucleares con Estados Unidos, y mencionó que Rusia debe estar lista para llevar a cabo ensayos nucleares si el adversario lo hace primero. También afirmó tener evidencia de que Estados Unidos está desarrollando “nuevos tipos de armas nucleares” que podrían ser probadas en el terreno.
“Quieren infligir una derrota estratégica contra nosotros. Por eso anuncio la suspensión del tratado. No hay conexión entre el asunto del START y el conflicto de Ucrania u otras hostilidades de Occidente hacia nuestro país”, agregó Putin.
El tratado START entre Estados Unidos y Rusia tiene como finalidad limitar el despliegue de armas nucleares por ambas naciones. Además, permite realizar verificaciones frecuentes de los programas militares de cada país.
Según especialistas, si se disuelve el tratado o este expira sin ser renovado, los arsenales nucleares de las dos principales potencias nucleares del planeta no tendrían ninguna restricción por primera vez desde la Guerra Fría, lo que complicaría el control del arsenal del adversario. Esta situación ya ha despertado preocupaciones y hay quienes creen que podría provocar una Tercera Guerra Mundial.