viernes, mayo 9, 2025

Paramédica asiste a persona involucrada en un trágico accidente; su mayor temor se materializó.

Uno de los temores más grandes del personal médico es enfrentarse a la posibilidad de salvar la vida de un ser querido. La mezcla de emociones que seguramente invaden su interior es, sin duda, un sentimiento desconcertante. Por esta razón, tienen prohibido atender a amigos o familiares, ya que el lazo emocional puede interferir con su percepción profesional y enturbiar su razonamiento lógico.

Lamentablemente, no siempre se puede controlar estas situaciones. Un ejemplo trágico ocurrió el 15 de noviembre en Calgary, Canadá, cuando Jayme Erickson recibió un llamado de emergencia. La paramédica canadiense llegó a una espantosa escena de un accidente automovilístico y, a simple vista, concluyó que la víctima necesitaba atención médica urgente, ya que solo podía ayudarla sacándola del vehículo y proporcionando primeros auxilios básicos.

Jayme Erickson paramédica canadiense a lado de su hija Montana

Siguiendo este procedimiento, dejó que la joven recibiera atención por parte del personal médico. Una vez en casa, Jayme fue contactada por agentes de la Real Policía Montada de Canadá (RCPM), quienes le dieron la devastadora noticia de que la persona que había atendido ese día era su hija Montana, de 17 años.

Días después, Erickson compartió su profundo dolor con la prensa, revelando el gran sufrimiento que le causó no haber podido reconocer a su niña debido a las graves heridas que presentaba. Además, confesó que enfrentar esta situación fue su mayor pesadilla como paramédica; tener en sus manos la vida de su hija fue un evento altamente traumático.

Jayme Erickson paramédica canadiense dando comunicado a la prensa

“Mi peor pesadilla como paramédico se ha vuelto realidad. Atendí a la paciente gravemente herida, haciendo todo lo que pude. Mi turno había terminado y me fui a casa. Minutos después de llegar a casa, sonó el timbre. Mi vida cambió para siempre. La paciente gravemente herida que acababa de atender era de mi propia sangre. Mi única hija. Mi miniyo. Sus heridas eran tan horribles que ni siquiera la reconocí.”

Richard Reed, amigo y colega de Jayme, reveló que ella fue la primera en llegar a la escena y comprendió inmediatamente lo grave que era la situación. Aunque no pudo hacer nada más, se quedó con ella hasta que llegó la ambulancia. Al final, ese triste momento se usó para recordar a Montana. Acompañada por bomberos, paramédicos, familiares y policías, Jayme Erickson dedicó las siguientes palabras:

Montana la hija de Jayme Erickson paramédica canadiense

“Era una luchadora y luchó hasta el día en que murió, y era hermosa. Era tan hermosa. Si alguna vez se proponía algo, lo lograba.”

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