Desde que tenemos la posibilidad de compartir todo lo que pensamos a través de nuestras redes sociales, se ha vuelto cada vez más común que total desconocidos se inmiscuyan en nuestra vida a juzgar. Es uno de los costos que asumes cuando decides utilizar alguna plataforma como un diario personal, pero se complica aún más si eres una figura pública.
Así le ocurrió a Alexandra LaPointe, quien es famosa por crear contenido sobre organización y optimización de interiores, razón por la cual ha expresado su aversión hacia el desorden. Esta fobia la ha llevado a tomar decisiones que pueden parecer extremas para muchos. Por ejemplo, ha solicitado a amigos y familiares que no le regalen juguetes a sus hijos durante celebraciones como cumpleaños o Navidad.
La joven madre de 28 años confesó que tomó esta decisión inicialmente debido a la sobreestimulación y al desorden que generaban los juguetes en su hogar. Esto la llevó a contemplar la posibilidad de vivir en un entorno minimalista y adquirir solo lo absolutamente necesario para sus dos hijos, ya que, en sus propias palabras, “menos es más”.
Por esta razón, la originaria de Indiana, Estados Unidos, pidió a los adultos cercanos a sus hijos que, para futuras celebraciones, consideraran regalarles dinero o tarjetas de regalo para realizar actividades juntos y crear diferentes tipos de memorias. Desde entonces, han recibido membresías para zoológicos, entradas a museos, parques acuáticos y diversas actividades al aire libre.
Muchas personas me cuestionan: ‘¿cómo puedes hacerle esto a esos niños?’, pero estoy contenta de poder enseñarles que las cosas materiales no son lo más importante y que podemos hacer muchas actividades juntas, porque lo que verdaderamente importa es pasar tiempo en familia.
Es importante señalar que los dos pequeños sí tienen juguetes. De hecho, LaPointe cuenta que en navidades pasadas recibían hasta 40 regalos, muchos de los cuales a menudo se quedaban en sus cajas, ya que era simplemente demasiado. Antes de prohibir los juguetes como regalos, la influencer les daba uno diariamente, de manera que los chicos no se sintieran abrumados con tantas emociones a la vez.
Finalmente, decidió que explicaría la nueva norma a sus amigos y familiares, quienes recibieron la noticia con agrado e incluso han pensado en implementarla.
Simplemente hablé con mi mamá y mi hermana, y les dije: ‘¿Recuerdan lo sobreestimulados que estaban los niños el año pasado? Lloraban y hacían berrinches. Este año queremos probar esto y ver cómo nos va’.
