El 1 de julio, los medios de comunicación estadounidenses anunciaron los 17 indultos que el gobernador de California, Gavin Newsom, otorgó. Uno de ellos, el que más ha impactado a la opinión pública, es el de Sara Kruzan, una mujer que mató al hombre que la obligó a prostituirse cuando era adolescente.
Sara conoció a su proxeneta a la edad de 11 años. Mientras se dirigía a su hogar en el condado de Riverside, George Gilbert Howard se detuvo a su lado en un Mustang rojo y le ofreció comprarle un helado de menta y chocolate. La niña, quien sufría maltrato por parte de su madre, pensó que cualquier lugar sería mejor que regresar a casa. A los 13 años, ese hombre de 31 años ya la había forzado a tener relaciones sexuales con 11 hombres y la había vendido durante un extenso período.
Cuando tenía 16 años, Sara mató a George Gilbert Howard en un motel de Riverside. En 1994, con 17 años, fue condenada a cadena perpetua. Tras 18 años de encarcelamiento, el exgobernador Jerry Brown permitió su liberación en 2013, y a principios de 2011, Arnold Schwarzenegger conmutó su pena a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional.
El exsenador Leland Yee calificó el caso de Sara como “un ejemplo perfecto de cómo los adultos y la sociedad le fallaron”. Ahora, Newsom le ha otorgado el indulto, argumentando que la mujer ha transformado su vida, vive de manera recta y se ha dedicado al servicio comunitario.
No obstante, otorgar el indulto no elimina ni borra la condena, aunque puede ayudar a mitigar el impacto persistente en la vida del beneficiario. Además, hay quienes afirman que este acto puede servir como un mensaje para la hija de Sara, dándole la oportunidad de crecer en un entorno donde la sociedad de California perdona los crímenes de su madre y reconoce la indiferencia y el racismo que permitieron tales abusos en ese entonces.
