Lo que pudo haber sido un descubrimiento afortunado se transformó en el regreso de algo que no se quería ver ni en pintura. Hablamos de la expedición realizada por Steve Andrews, un detector de metales, en la que halló un anillo de compromiso entre las olas. Sin embargo, al contactar a la dueña, su respuesta dejó a Steve atónito.
Este acontecimiento tuvo lugar en la isla de Jersey, a principios de este año. Steve, muy emocionado con la idea de devolver la alegría a su propietario tras encontrar el objeto, publicó en el grupo de Facebook “Detección de metales y anillos perdidos de Jersey” una fotografía de la sortija, con la esperanza de que se difundiera ampliamente y así poder localizar al dueño.
Después de varios meses de espera y de que los usuarios compartieran la fotografía con la esperanza de encontrar al dueño de la sortija, finalmente, en septiembre, una mujer contactó a Steve y afirmó ser la propietaria del anillo. Sin embargo, le pidió que por favor lo devolviera al mar, ya que no deseaba verlo nunca más.
Desde luego, esta respuesta sorprendió enormemente a Steve, pero lo que él no sabía era que detrás de este comentario había una historia triste. Resulta que la mujer había arrojado el anillo al mar tras experimentar un difícil divorcio y no quería volver a tener contacto con él. Así que, después de que Steve lo encontró con su detector de metales, lo único que pidió fue que él se encargara de devolverlo al mar.
Este tipo de anécdotas no son comunes para Steve Andrews, quien está habituado a hacer felices a las personas al devolverles sus objetos perdidos. Sin embargo, esta vez el resultado fue diferente, y fue en su misma publicación de búsqueda que el hombre afirmó que devolverá el anillo al mar tan pronto como le sea posible regresar al lugar.
Es bastante común encontrar objetos así en las playas. De hecho, en una ocasión, Steve encontró la alianza que una pareja de enamorados había perdido durante su luna de miel después de entrar a nadar al mar.
Cuando salimos del agua, instintivamente tomé mi teléfono, billetera y zapatos, olvidándome por completo de mi anillo de bodas. Al regresar al coche, me di cuenta de que no estaba allí. Mi corazón se hundió; supuse que el anillo se perdería para siempre.
Los recién casados compartieron lo sucedido con el portero del hotel, quien se encargó de contactar a Steve. Después de conocer el lugar aproximado donde el anillo se había perdido, el hombre se dispuso a buscarlo con su detector y, eventualmente, logró encontrarlo. La pareja quedó sumamente agradecida y feliz. Por eso, la anécdota de la mujer que arrojó su anillo al mar para no volver a verlo dejó sorprendidos a todos.
