Por haber filmado Siete años en el Tíbet, Brad Pitt enfrentó una prohibición de por vida para ingresar a China, ya que la película expone el papel opresor que el país asiático tuvo contra los tibetanos.
No obstante, en 2016, el régimen chino decidió levantar esta restricción y permitió al actor estadounidense entrar al país para promocionar la película Aliados, en un evento en el que solo pudo firmar autógrafos.
Al interpretar personajes basados en la vida real, los actores a menudo se ven envueltos en proyectos que revelan aspectos históricos que pueden incomodar a muchos. Por esta razón, la producción de Siete años en el Tíbet enfrentó acoso por parte del gobierno chino.
Según Cinemanía, al principio, se planeaba que el rodaje se llevara a cabo en Ladakh, una región delimitada al sur por el Himalaya. Sin embargo, el régimen chino complicó enormemente la filmación; interrumpía el suministro eléctrico y amenazaba a los habitantes locales para que se abstuvieran de colaborar con la producción. Finalmente, decidieron filmar en los Andes y en partes de Argentina.
A pesar de que la película se estrenó en las salas de cine, toda la producción, incluidos los actores, sufrió un veto por parte del país asiático, impidiéndoles entrar a China. Según El País, en varias ocasiones, el protagonista de Tren bala compartió su experiencia al interpretar a Heinrich Harrer y la polémica que rodeó Siete años en el Tíbet.
No deberías hablar a menos que sepas de lo que estás hablando. Por eso a veces me incomodan las entrevistas. Me preguntan qué debería hacer China con Tíbet. Pero, ¿realmente le importa a alguien lo que yo diga? Soy un maldito actor, estoy aquí para entretener. En esencia, si dejas todo lo demás de lado, soy solo un hombre mayor que se maquilla.
A pesar de todas las controversias, según Wikipedia, la película logró recaudar más de 131 millones de dólares en taquilla a nivel global. Sin duda, ser un actor famoso viene con sus propios riesgos.