La violencia que enfrentamos las mujeres en todo el mundo parece no tener fin, especialmente cuando aquellos que deberían proteger nuestra integridad y seguridad son quienes nos agreden.
En numerosas ocasiones hemos escuchado el lema de protesta feminista “La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”. Al leer la historia de una adolescente argentina que fue abusada sexualmente por un miembro de la policía, se confirma esta afirmación.
En septiembre de 2020, en Salta, Argentina, alrededor de las 8:00 p.m., una joven cuya identidad se mantiene en el anonimato para su seguridad, se encontraba en casa de su abuelo paterno junto a un amigo. Cuando su padre llegó y se dio cuenta de que estaba sola con un chico, sin autorización, llamó a la policía para que la llevaran.
Al llegar, la policía desestimó la situación, y el padre, furioso, decidió prohibirle la entrada a la casa. Las autoridades intentaron ayudarla ofreciéndole un lugar seguro mientras su abuela materna llegaba a recogerla.
Desgraciadamente, al llegar a la comisaría, el oficial Pedro Sergio Daniel Córdoba la condujo a un cuarto apartado donde la agredió sexualmente. Sin embargo, el hombre no se dio cuenta de que la joven había grabado en su celular el momento del abuso.
Cuando llegó la abuela materna, la joven le relató lo sucedido, pero ella no le creyó. Afortunadamente, al contárselo a su madre, esta presentó inmediatamente una denuncia. El proceso legal duró casi dos años, a pesar de que el audio del abuso sirvió como prueba. El oficial fue condenado a 14 años de prisión tras ser reconocido por sus compañeros a través de su voz.
Este caso deja múltiples lecciones importantes, y la chica decidió hacerlo público para evitar que alguien más sufriera lo mismo. Sin embargo, es necesario reflexionar sobre la responsabilidad del “castigo” excesivo del padre y la incredulidad de la abuela ante el testimonio de su nieta. Afortunadamente, se hizo justicia, pero debemos prestar atención a las señales de alerta en nuestros niños y jóvenes, sin minimizar sus experiencias ni revictimizarlos.