A través de un comunicado de prensa, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) anunció que, por primera vez, se ha observado a una estrella enana blanca absorber los restos de astros que formaron parte de su sistema planetario. Este fenómeno ha sido denominado “canibalismo cósmico”.
Una enana blanca es el remanente de una estrella similar al sol, después de perder sus capas exteriores y de dejar de realizar la fusión nuclear. Esta es la primera vez que los astrónomos son testigos de una de estas estrellas consumiendo materiales rocosos-metálicos y ricos en hielo de nitrógeno, que son los componentes principales de los planetas.
Asimismo, la estrella moribunda, conocida como G238-44, está devorando restos tanto del núcleo central del sistema como de la periferia. Este fenómeno podría ofrecer una nueva perspectiva sobre la “naturaleza violenta de los sistemas planetarios”.
El descubrimiento fue llevado a cabo por un equipo internacional de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), liderado por Ted Johnson, ingeniero de la NASA. Los datos históricos del telescopio espacial Hubble de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), junto con información de otros observatorios, fueron cruciales para diagnosticar este caso de “canibalismo cósmico”.
Nunca antes habíamos observado que estos dos tipos de objetos se acumularan en una enana blanca simultáneamente. Al investigar estas enanas blancas, buscamos obtener una mejor comprensión de los sistemas planetarios que aún están intactos.
– Ted Johnson
Según la NASA, este inusual suceso sugiere que la muerte de G238-44 fue tan violenta que alcanzó los límites de su subdivisión solar, consumiendo compañeros cósmicos con composiciones muy dispares.
De acuerdo con los astrónomos, esta es la combinación elemental teóricamente necesaria para formar un planeta con agua. Se cree que los océanos de la Tierra se formaron gracias a asteroides helados que colisionaron con nuestro planeta azul pálido en sus inicios.
Por lo tanto, el reciente hallazgo representa una oportunidad para estudiar el desarrollo de otros planetas, incluido el nuestro. Además, proporciona evidencia convincente de que, después de todo, hay o, al menos, hubo agua en otras partes del universo.