Es común que quienes se someten a una cirugía plástica sientan inquietudes sobre los diversos riesgos que pueden surgir de este procedimiento, así como la preocupación de que los resultados no sean los esperados. No obstante, jamás imaginaríamos que en esta categoría de temores también podría haber lugar para uno más: el de que un procedimiento específico se vuelva “accidental”.
¿Te has imaginado entrar al quirófano convencida de que te harán el procedimiento solicitado, solo para despertar y encontrar que tu cuerpo luce totalmente diferente? Eso fue precisamente lo que le ocurrió a una madre de 29 años en Florida.
Un “error de cortesía”
Tiffany Mills acudió a un cirujano plástico para realizarse una reducción mamaria. Sin embargo, un error resultó en lo contrario: le colocaron enormes implantes. Además, también le practicaron una abdominoplastía extendida y una liposucción, errores que la clínica intentó disfrazar como “cirugías de cortesía”.
Este grave fallo se convirtió en una pesadilla para Tiffany, ya que los grandes implantes causaron heridas en su piel, dejándola con llagas expuestas y coágulos en los pulmones y las piernas. Asimismo, la cirugía abdominal le provocó un intenso dolor, pues ni siquiera había piel extra que estirar.
“Mi ombligo parecía la ranura de una alcancía de monedas debido al estiramiento que le hicieron”.
La equivocación se transformó en una pesadilla
La terrible experiencia comenzó en noviembre del año pasado, cuando Tiffany, madre de tres hijos, decidió someterse a una reducción mamaria, para la cual pagó más de ocho mil dólares por adelantado, con el fin de aliviar el dolor de espalda, hombros y cuello que sufría por el peso. Sin embargo, al despertar de la cirugía, la enfermera notó que algo estaba muy mal.
Estaba confundida; lo único que recordaba era al asistente médico levantándola de los brazos para trasladarla a la camilla. No fue sino hasta después de siete horas que despertó en un hotel destinado para su recuperación postoperatoria, al darse cuenta de que tenía incisiones en el abdomen y que no la mantuvieron en observación, sino que la sacaron de la clínica lo más rápido posible.
“En mi pezón derecho, la areola se había desprendido. Era como un enorme agujero negro… Sabía que me habían colocado implantes, porque podía sentirlos en mi clavícula”.
Desconcertada, Tiffany contactó a la clínica para averiguar lo sucedido, pero la recepcionista le colgó de inmediato. Al día siguiente, tras persistir, logró hablar con alguien que admitió que efectivamente hubo una confusión con su procedimiento.
En lugar de solucionar su problema, todo empeoró para Tiffany cuando, dos semanas después del calvario, tuvo que ser ingresada de emergencia a un hospital, pues su vida corría grave peligro debido a las complicaciones.
Desde el procedimiento, Tiffany no ha dejado de luchar para retomar su vida. El costo de la cirugía fallida no ha sido solo económico, sino que también ha perdido meses tratando de recuperarse física y psicológicamente. Ahora, demanda a la clínica para, al menos, recuperar el dinero que invirtió. Sin embargo, la clínica sostiene que esto fue lo que ella solicitó. ¿Qué opinas al respecto?