“En la guerra y en el amor todo se vale”, “Para el amor no hay edad” y “Adonde el corazón se inclina, el pie camina” son solo algunas de las frases populares sobre el amor y las relaciones de pareja, muchas veces utilizadas para justificar errores cometidos en nombre del amor.
Una hermosa historia romántica es la que Deborah Babu, una mujer de 60 años de California, Estados Unidos, está viviendo. En 2017, mientras disfrutaba de unas vacaciones con su hija en las playas de Zanzíbar, Tanzania, conoció a Saitoty Babu, un hombre de 30 años, vendedor de souvenirs y miembro de la tribu Maasai.
Aunque no compraron nada de su mercancía, Deborah aprovechó para tomarse una foto con Saitoty. Además, intercambiaron números de teléfono y comenzaron a comunicarse.
El amor creció como una plantita; al regarla, floreció. Así fue como estos dos tórtolos se fueron enamorando, e incluso Saitoty se unió a Deborah y a su hija en la siguiente parada de su itinerario vacacional.
¡Sííí! Que se casen
Al regresar a Estados Unidos, Deborah mantuvo el contacto con Saitoty, quien, ¡sorpresa!, le pidió la mano en matrimonio. A pesar de las dudas iniciales por la diferencia de edad, los propios hijos de Deborah la animaron a casarse, siempre y cuando ella así lo deseara.
Así fue como Deborah decidió seguir su corazón y viajar nuevamente 15 mil kilómetros hasta Tanzania, donde Saitoty le pidió oficialmente su mano y ella aceptó.
¡Vivan los novios!
En 2018, Deborah y Saitoty celebraron una boda tradicional Masái, pero formalizaron legalmente su unión en julio de este año. Sin embargo, la pareja enfrenta frecuentemente comentarios negativos.
En una entrevista con el Birmingham Mail, Deborah revela que hay quienes le dicen que parece la abuela de Saitoty, otros preguntan si lo adoptó y algunos incluso aseguran que él solo se casó con ella para obtener la ciudadanía americana, cuando en realidad Saitoty no tiene interés en vivir en Estados Unidos. A pesar de las críticas, ambos eligen enfocarse en su relación y en su amor.
Nunca pensé que encontraría a un esposo y me casaría con alguien mucho más joven que yo, pero él es el hombre más cariñoso y atento. La primera vez que mencionó casarse conmigo, pensé que estaba loco, pero mis hijos y mi familia me dijeron que no debía preocuparme por la diferencia de edad, que había estado sola el tiempo suficiente y merecía ser feliz. Aquí en Tanzania es una vida muy diferente, pero soy feliz.
Por su parte, Saitoty también compartió su visión, diciendo:
La primera vez que la vi, sentí que estaba mirando a un ángel. Nos reímos y tomamos una foto, y ella derritió mi corazón. Es hermosa, tierna y me apoya. Tener una esposa es un gran paso para mí.
Estoy orgulloso de nuestro matrimonio; realmente me duele escuchar los comentarios negativos, pero ahora veo otras parejas con diferencias de edad y eso nos ayuda a ignorar lo que dice la gente. La edad es solo un número y eso no detiene el amor y el cariño que tengo por mi esposa.
Estas son historias que calientan el corazón, pues Deborah y Saitoty parecen realmente felices. No nos queda más que desearles lo mejor en su matrimonio.