El 3 de febrero, un tren que transportaba materiales peligrosos explotó en East Palestine, Ohio, Estados Unidos, generando preocupaciones entre los habitantes sobre un posible desastre ambiental.
Alrededor de 50 de sus 150 vagones, entre ellos diez que transportaban sustancias peligrosas, descarrilaron cerca de la frontera con Pensilvania, en el noreste de Ohio. Según Associated Press, el accidente del tren operado por Norfolk Southern resultó en un derrame de cloruro de vinilo y acrilato de butilo, químicos utilizados en procesos industriales.
¿Estamos ante una de las emergencias ambientales más mortales?
Un memorando enviado la semana pasada por Greater Cincinnati Water Works indicó que el incidente también permitió que el acrilato de butilo llegara al río Ohio, amenazando los recursos hídricos de al menos 25 millones de ciudadanos estadounidenses.
Jeff Swertfeger, superintendente de calidad y tratamiento del agua de Water Works, declaró en una entrevista para Spectrum News que las muestras de agua tomadas mostraron “niveles increíblemente bajos” del químico.
A pesar de que las autoridades han asegurado a los residentes evacuados que es seguro regresar, muchos se niegan a hacerlo. Según CNN, existe preocupación por los riesgos a largo plazo que apenas están siendo evaluados por los funcionarios ambientales.
En una entrevista con ABC, Kevin Crist, profesor de la Universidad de Ohio, advirtió sobre el potencial riesgo de desarrollar cáncer de hígado y otros órganos para quienes se expongan al cloruro de vinilo.
El Departamento de Servicios de Salud de Wisconsin indicó que “los estudios en humanos y animales muestran tasas más altas de cáncer de hígado, pulmón y varios otros tipos de cáncer” entre aquellos que han estado expuestos a esta sustancia.
De acuerdo con The New York Post, en los últimos días han proliferado reportes en redes sociales sobre la muerte de animales por intoxicación en áreas cercanas. Se estima que 3,500 peces han muerto tras el descarrilamiento, incluyendo mascotas de los residentes evacuados que regresaron a sus hogares, lo cual ha incrementado los temores sobre el impacto en la salud de las personas.
Entre preocupaciones y alarmismo, han surgido llamados de Greenpeace y otras organizaciones ecologistas para comunicar directamente al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en busca de más claridad sobre la situación.
Las críticas se centran especialmente en que no se ha hablado lo suficiente de lo ocurrido. Parece haber una “falta total de interés” en lo que podría ser una de las “emergencias ambientales más devastadoras” de los últimos años.
“El Chernóbil de Ohio”
En redes sociales, muchos usuarios se preguntan si se está proporcionando toda la información necesaria sobre lo que algunos denominan un “Chernóbil químico” o el “Chernóbil de Ohio”, mientras que el gobierno parece restar importancia a las preocupaciones públicas sobre una catástrofe de salud, centrándose más en los recientes avistamientos y derribos de objetos voladores no identificados (ovnis) en el espacio aéreo estadounidense.
Incluso algunas teorías de conspiración sugieren que la atención política y mediática que se otorga al tema de los ovnis es una cortina de humo para desviar la atención de esta devastadora catástrofe ambiental.