lunes, abril 28, 2025

Madres «difíciles» generan hijas más triunfadoras.

La formación que recibimos puede influir significativamente en nuestro éxito o fracaso a lo largo de la vida. Y la realidad es que, durante nuestra adolescencia, a menudo no apreciamos tener una madre estricta y, en ocasiones, controladora.

Algunas veces llegamos a pensar que no nos quieren, o incluso nos cuestionamos: “¿por qué no tengo una mamá como la de fulanita o perenganita, que las deja hacer lo que desean, mientras yo escucho: ‘saca la basura’, ‘limpia tu cuarto’, ‘haz esto o aquello’?”

Mamá e hija mirándose a los ojos.

Sin embargo, estas reflexiones no se pueden realizar hasta que ha pasado un tiempo suficiente para entenderlo. Es entonces cuando la frase “un día me lo agradecerás” cobra sentido, y así es: ¡muchas gracias, mamá! Tenías toda la razón.

Según un estudio reciente, las hijas de madres “difíciles” tienen más probabilidades de alcanzar el éxito en la vida.

Más difícil = más éxito

Hermanas recibiendo una reprimenda de papá en Juego de gemelas.

Un estudio de la Universidad de Essex, en Inglaterra, demostró que las hijas de madres permisivas o consentidoras tienen muchas menos posibilidades de ser personas exitosas en comparación con aquellas criadas bajo una educación más estricta.

Para llegar a esta conclusión, se realizó un seguimiento durante seis años (2004-2010) de 1,550 niñas de entre 13 y 14 años. Los resultados mostraron que las hijas de madres firmes y disciplinadas, que exigían el cumplimiento de reglas, eran las más propensas a ingresar a las mejores universidades y obtener salarios más altos.

Mujeres exitosas

Miley Cirus diciendo: está bien mamá.

Asimismo, estas hijas tuvieron menos probabilidades de quedar embarazadas durante la adolescencia.

Comprender que no siempre se puede complacer a los hijos en sus caprichos y que esto no implica que no se les quiera lo suficiente, puede ayudar a evitar muchos desengaños.

Las recompensas llegan con el tiempo

Gift de la película Valiente.

Una vez superada la etapa de prueba, y cuando le has demostrado a mamá que conoces y respetas las reglas, ella te otorgará más libertad. Y esas exigencias que te parecían abrumadoras de pequeña se transformarán en la recompensa de ser una mujer madura e independiente.

Así que agradecemos a todas aquellas mamás que no se dejan intimidar por un llanto y que nos han moldeado en mujeres fuertes, decididas e independientes. Gracias por brindarnos valores a pesar de los regaños, porque ahora comprendemos por qué decidieron asumir el papel de «malas del cuento». ¡A todas ustedes, mil gracias!

Gracias por ser las mamás malas del cuento

Mamá e hija sonriendo.

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