Has hecho todo lo posible e incluso lo imposible para perder esos kilos de más y, simplemente, no lo logras. Si aún no has encontrado la clave, es probable que te interese lo que el nutriólogo Manuel Romero Villa sostiene: el mal humor tiene un impacto directo en tu metabolismo.
¡Ahora todo tiene sentido! Ese mal humor que a veces tenemos puede ser el culpable de tantos intentos fallidos por bajar de peso. Así que es momento de ver el lado positivo de las cosas, ya que el médico asegura que nuestro carácter negativo se traduce en grasa en nuestro cuerpo.
La explicación es la siguiente: cuando nos encontramos en situaciones de estrés y mal humor, aumentan la tensión y los niveles de una hormona llamada cortisol, que regula el nivel de glucosa en la sangre. Este es un mecanismo automático de nuestro cuerpo, que presume que en un futuro cercano necesitaremos una gran cantidad de energía.
¿Qué sucede si, a pesar del aumento de la glucosa en sangre, no llegamos a quemar esa energía? La glucosa, que es el alimento de nuestras células, se convierte en grasa y se deposita en esas áreas del cuerpo que tanto odiamos, como la cintura y el abdomen. Y, finalmente, lo inevitable ocurre: engordamos.
Susana Aranda, nutricionista del Sanatorio Diquecito, afirma: “es bien sabido que cuando una persona inicia un plan de reducción de peso, dependiendo de la dieta y cuán restrictiva sea, esto puede causar irritabilidad, mal humor, melancolía e incluso exacerbar la depresión. Depende de cuán estricta sea la dieta en calorías”.
Además, está comprobado que, sobre todo los hombres, tienden a ponerse de muy mal humor cuando se les restringe la cantidad de calorías en su dieta. En el caso de las mujeres, la inestabilidad emocional puede llevar a la sensación de hambre emocional. Por lo tanto, lo ideal es no exagerar con las restricciones.
