Los momentos de soledad son importantes para que una persona se conozca a sí misma y realice sus actividades sin depender de nada -ni de nadie-, pero cuando cae en aislamiento surgen problemas de salud mental, como lo indica un aprender hecho en finlandia
Investigación realizada por la Dra. Laura Pulkki-Raback descubrió que las personas en edad laboral que viven solas tienen un 80 por ciento de posibilidades de desarrollar depresión en comparación con las que viven con su familia, pareja o compañeros de cuarto.
Cuanta más soledad, más antidepresivos
Los investigadores analizaron a 3500 personas: 1685 hombres y 1776 mujeres que tomaban antidepresivos; A cada uno de los participantes se le preguntó si vivía solo o con otras personas, su nivel de educación, sus ingresos, su situación de vivienda, sus hábitos de consumo de alcohol y cigarrillos; si eran físicamente activos y cómo era su entorno de trabajo.
Luego de recopilar la información, se concluyó que el riesgo de enfermedad mental aumenta cuando las personas viven solas, ya que el 80 por ciento de los participantes que no tenían compañía en su hogar compraban más antidepresivos que los que vivían con otras personas.
emociones e interacción social
El estudio encontró que cuando alguien comparte un espacio con otras personas, sus emociones se vuelven más fuertes y por lo tanto se integran más fácilmente a los diferentes ambientes que lo rodean: trabajo, escuela, familia.
Otro punto a tener en cuenta es que la soledad y el aislamiento hacen que una persona no pueda expresar sus sentimientos, lo que a la larga es perjudicial para la salud mental.
Aislamiento versus soledad intencional
Es importante aclarar que existe una gran diferencia entre estos dos conceptos:
El aislamiento ocurre cuando una persona involuntariamente se distancia por completo de su entorno, es decir, cuando se siente incapaz de convivir con las personas; En algunos casos, puede hacer o decir cualquier cosa para disuadir a quienes desean acercarse a él.
Por otro lado, la soledad consciente hace tiempo para las propias actividades o aficiones, factores que ayudan a combatir el estrés y el riesgo de depresión y ansiedad.